Pésima gestión de un Barça sin estilo ni identidad.

Da la sensación de que el F.C. Barcelona se ha vendido el estilo. Es una forma de hablar (o escribir), nadie ha traspasado una idea ni una forma de jugar ya que el fútbol es de todos y si de algo se enorgullecía el club era de que su sello futbolístico creara escuela en otras entidades, incluido en los rivales más acérrimos. Pero parece que en los últimos tiempos el club perdió parte de esa esencia que le hizo grande y admirado a ojos del mundo.


En lo deportivo la llegada de Luis Enrique sigo creyendo que era la mejor y la más acertada, sobretodo en su exitosa primera temporada, pero a medida que el proyecto avanzaba esa idea futbolística que todos entendíamos que necesitaba algún matiz para seguir evolucionando y que siempre se defendía que el club no debía perder se iba difuminando. Se transformaba en un concepto que conservaba rasgos característicos pero que encaminaba al equipo a un estilo más "común", perfecto para otro tipo de futbolistas en el que el control del balón perdía cierta importancia a costa del potencial defensivo atrás y a la suerte de tres futbolistas maravillosos pero terrenales como los demás en la delantera.

Algo extraño sucedía ya que los futbolistas que continuaban en el club tras una década inolvidable, más los que iban llegando tenían un perfil distinto para el trabajo que tenían que desempeñar. El estilo cambiaba pero los jugadores seguían siendo los perfectos para un juego de control, ataque y defensa que tuviera el balón en su poder y no lo contrario. Inexplicablemente tras la marcha posiblemente de una de las piezas que aportaba más esencia al estilo de la época gloriosa de Pep Guardiola, Xavi Hernández, el club fue o incapaz de encontrar un recambio en la cantera o en el mercado o bien, decidió olvidarse de él como si con ello alejara una idea que no convenía. Eso fue el principio de la "venta" definitiva del estilo al mejor postor y del inicio de los problemas deportivos actuales del club.

Culpar de esto solo a Luis Enrique sería injusto pues el club a través de la dirección técnica tiene gran parte de culpa. La perdida de identidad futbolística dejó perdido y si rumbo a un Luis Enrique que ya tenía fecha de caducidad y, a su vez, dejó perdido a un club que hoy parece ir reaccionando tarde y mal ante las necesidades del equipo. Se ficha un mister que se dice conoce perfectamente el estilo, pero que nunca lo aplicó en sus equipos, parece que se localiza la solución que no es otra que volver a la figura del 6 creador de juego y capaz de dirigirlo y se pone nombre al objetivo: Verratti, pero luego no se consigue y la alternativa es totalmente lo contrario: Paulinho. Se pierde a Neymar y se transmite la imagen de descontrol y desconocimiento sobre temas internos para terminar reaccionando tarde interesándose primero por jugadores que otros equipos tienen cerrados y por otros que ya se debía haber tenido adelantadas negociaciones intuyendo que lo de Neymar venía de lejos. Y es que la imagen que empieza a llegar al socio y aficionado es que va a ser muy difícil recuperar terreno que otros (Real Madrid por ejemplo) nos han ganado en lo deportivo para presente y futuro, debido a malas decisiones y apuestas que poco a poco apagan la luz que desprendía el equipo y que lo hacen menos atractivo.

En el fútbol de élite la renovación constante es vital. Quienes pretendan seguir año tras año sin pequeñas renovaciones y matices están acabados, porque los años no pasan en balde e incluso los mejores necesitan un recambio que a corto plazo esté preparado para asumir ese rol. Iniesta es un claro ejemplo de ello y en su día lo fue Xavi. No podemos escudarnos en la eterna mentira de que es difícil encontrar jugadores que se adapten al estilo o vivir pensando que con los que son los éxitos serán eternos. Si en algo marcó tendencia el Barça en una década es en el estilo en el que muchos equipos hoy basan su fútbol formativo y en el que muchos jóvenes futbolistas se miran como en un espejo. Solo hay que hacer bien el trabajo de scouting y dejarse de contratar de forma estúpida consejeros mediáticos que lo único que hacen es estorbar mientras ocupan un cargo importante.

La cantera es y lo fue en el pasado sinónimo de éxito del primer equipo y de continuación del estilo en el que de nuevo el club miente y falla a quienes creemos en ella. La nefasta planificación de un ascendido Barça B con casi 40 jugadores en plantilla es preocupante, así como la política de refuerzos del mismo en la que se mira mucho más en el mercado que en el propio fútbol formativo, siendo este parte de ese fútbol formativo. Luego llegarán excusas de porqué se marchan jóvenes valores, cuando las razones y los motivos los sabemos todos, el club no confía en ellos. De nuevo nos intentan ilusionar con un mister que como Luis Enrique apuesta por la cantera, aunque después la realidad es bien distinta. Luis Enrique no creyó en ese fútbol formativo que le sirvió de trampolín para ser un mister respetado y, de momento, Ernesto Valverde no da signos de creer demasiado en ella. 

Aún es pronto para echar por tierra toda confianza. Aún hay tiempo de que el nuevo mister se haga con la confianza plena de sus jugadores y consiga recuperar esa esencia de juego con matices que afirmó en su presentación. Aún es pronto para condenar a algunos jugadores que hoy parecen no tener sitio o estar acabados. Aún es pronto para sentirse defraudados con el compromiso con la cantera que debería ser algo que estuviera grabado a fuego en todo aquel que llegue a dirigir el primer equipo. Incluso aún es pronto para abdicar del trono futbolístico que durante los últimos años el Barça a ocupado. Pero lo cierto es que de nuevo las sensaciones no son las mejores y reflejan a una directiva que muy posiblemente tengan los días contados en el cargo. Falta mucho y no sería la primera vez que tuviera que comerme mis propias palabras, pero algo tengo muy claro, perder el estilo y la identidad es condenarse al fracaso.

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