Tormenta sobre el faro de Eilean Mòr.

La isla de Eilean Mòr forma parte de un grupo de siete islas conocidas como Flannan, un conjunto de islas rocosas que a su vez forman parte de las Hébridas Exteriores en la costa Occidental Escocesa. Al ser unas islas pequeñas prácticamente siempre han estado deshabitadas, utilizadas puntualmente como islas de pastoreo. Pero la isla de Eilean Mòr es famosa por albergar las ruinas de una antigua capilla dedicada a San Flanagan, por su imponente faro y por una historia que aún hoy sigue siendo un misterio debido a la inexplicable desaparición de tres fareros una extraña noche de finales del año 1900.




La construcción del faro comenzó en 1895 y no terminó hasta 1899 cuando el faro inició su función. Debido a lo escarpado del terreno se creo una pequeña línea férrea para transportar fácilmente los víveres y repuestos que recibían cada cierto tiempo y que iba desde el embarcadero, creado especialmente para amarrar en la isla, hasta el faro. Ya que los trabajadores del faro iban a pasar largas temporadas en la isla también se construyó una casa que les pudiera dar cobijo además de un pequeño establo y huerto del que pudieran abastecerse de forma autónoma. Cada cierto tiempo uno de los fareros era sustituido temporalmente por otro hombre que esperaba en tierra y así sucesivamente hasta que el equipo de tres hombres descansaba. La vida de los fareros en Eilean Mòr era solitaria, apenas tenían contacto con otras personas excepto cuando algún barco arribaba con provisiones extra y un rudimentario sistema de banderas para comunicarse entre islas.


Todo comenzó el 15 de diciembre de 1900 cuando varios barcos advirtieron de la inactividad del faro. Todos fueron comunicando a la empresa responsable del faro que su luz estaba apagada al pasar cerca. El 20 de diciembre llegaba el barco que transportaba suministros y al cuarto componente del equipo de fareros que debía sustituir a uno de los tres de la isla. Debido al mal tiempo se retrasó varios días la llegada del barco. La luz del faro estaba apagada y nadie en la isla se había comunicado con ellos con banderas al acercarse como era habitual. Al amarrar tampoco nadie llegó ni a darles la bienvenida ni para descargar la mercancía, por ello el capitán del barco mandó desembarcar al cuarto farero para que investigara que estaba pasando. Desde ese momento todo se tornó extraño y misterioso en el faro de Eilean Mòr.

El cuarto farero al pisar tierra sospechó del estado del muelle que presentaba bastantes desperfectos, como si un fuerte temporal hubiera azotado las islas los días anteriores. También un tramo inicial de la vía férrea estaba en mal estado. Todo eso era extraño no solo por los desperfectos en si, también porque ninguno de los fareros había hecho nada por intentar arreglar algo o incluso por preparar en el muelle el material necesario para cargar la mercancía del barco. El cuarto farero subió las escaleras que llevaban hasta el faro con una sensación extraña en el cuerpo, de hecho era habitual entre las pocas personas que habitaban algunas de las islas Flannan tener supersticiones acerca de esas islas y la vida en las mismas. Al llegar al interior del recinto seguía sin haber muestras de vida. El lugar estaba tranquilo y la puerta de la casa de los fareros cerrada con llave sin aparentemente nada extraño en su interior ni nadie dentro. Al no encontrarse cómodo investigando solo volvió al barco para informar y al rato volvió a subir junto a varios marineros que le acompañarían con la intención de averiguar que demonios había pasado con el faro y a sus trabajadores.


Al volver lograron acceder a la casa donde vivían los fareros y apreciaron que el fuego de la chimenea había estado ardiendo hasta consumirse por completo. El reloj que tenían en la estancia principal estaba parado, algo que podría explicar que llevaran días desaparecidos. Las camas de las tres habitaciones estaban deshechas y en una de ellas había una silla tirada en el suelo. Tampoco encontraron dos de los tres impermeables de los fareros. Al entrar en el faro comprobaron que la luz del faro funcionaba correctamente al tener el combustible necesario y la potente bombilla incandescente en buen estado, algo que por lo tanto no justificaba que estuviera apagada tantos días. Los marineros peinaron la pequeña isla en busca de los tres fareros que seguían sin aparecer. La única pista que encontraron fue el libro de anotaciones donde los mismos hombres anotaban las incidencias y demás que se reflejaban del día a día en el funcionamiento del faro.

En ese diario de anotaciones la última entrada era del 15 de diciembre, justo la primera vez que un barco detectó que el faro estaba apagado. Con fecha de día 12 de diciembre uno de los fareros relataba como una tormenta muy violenta azotaba la isla hasta el punto de dudar sobre si esa imponente construcción aguantaría en pie. El terror y la desesperación empezó a hacer mella en los fareros, hombres tan curtidos como uno de ellos que había sido un experimentado marinero y que según se relataba lloraba desconsoladamente. El día 13 de diciembre otra entrada describía como los tres fareros habían estado rezando por sus vidas aún con esa terrible tormenta encima de la isla. El día 15 de diciembre fue la última entrada y en la que se describía el final de la tormenta acompañada de una nota: "La tormenta ha terminado, el mar está en calma. Dios está sobre todas las cosas".


Robert Muirhead superintendente de la empresa propietaria del faro, policía y amigo de los fareros que además les contrató, tomó las riendas de la investigación convirtiéndola en algo también personal por la relación que le unía con aquellos hombres. Su conclusión presentada ante la compañía y el público no acabo de convencerle ni a él ni a nadie, ya que nadie terminaba de creer que los tres fareros fueran arrastrados por una gran ola mientras intentaban rescatar algo del agua. No era del todo creíble ya que la última entrada del diario del faro describía el fin de la aterradora tormenta y la mar en calma, pero ¿entonces que sucedió? Tal vez nunca sepamos que les sucedió a Ducat, Marshall y McArthur los tres fareros que durante aproximadamente cuatro días sufrieron una tormenta difícil de imaginar, de proporciones bíblicas, solos en una pequeña isla con la única compañía de la soledad y el miedo que tal vez les hizo perder la cabeza trágicamente o tal vez no. Hoy en día circulan leyendas e historias de nuevos fareros y personas que se acercan a la isla y que aseguran haber visto a los fantasmas de los tres fareros vagando por el faro, ¿quién sabe si reviviendo aquella terrible tormenta o el qué les hizo desaparecer sin dejar rastro alguno?



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