Azúcar: una adicción peligrosa.

No hace tanto tiempo cuando utilizaba el azúcar en casa pensaba que sin duda era algo natural, al venir de la caña de azúcar o la remolacha y todo eso. Pero con el tiempo fui haciéndome preguntas y descubrí que su color blanco no es nada natural, igual que su producción, como que tampoco aporta nada a nuestro organismo (ni tan solo una vitamina). Y entonces empecé a leer artículos y ver reportajes en televisión que hablaban sobre los inconvenientes de dosis diarias elevadas en nuestra dieta, así como riesgo de contraer enfermedades propias de países del primer mundo. Hasta algo que me llamó poderosamente la atención: algunos científicos y médicos consideran al azúcar una droga dura y altamente adictiva. "¿Una droga?" Pensé. "No será para tanto". Bueno, pues resulta que algo de razón tienen esos expertos.


En Internet puedes encontrar vídeos y blogs de gente que ha probado seguir una dieta sin azúcares industriales, solo productos naturales y sanos en cantidades idóneas. Las consecuencias de alejarse del azúcar son propias del típico "mono" que sufren los adictos a las drogas cuando no la prueban en un tiempo. Eso me hizo preocupar bastante por mi salud y la de mi familia.

Existen estudios con ratas de laboratorio que demuestran la teoría de que el azúcar es una droga. En un documental de producción francesa, creo recordar, se entrevistaba a un científico que trabajaba en el estudio de las adicciones y como estas afectan al organismo. Por casualidad decidió un día darle a una de esas ratas, que previamente se le había generado adicción a la cocaína, la posibilidad de elegir entre beber agua con dosis de "coca" o agua azucarada. Sorprendentemente la rata tras probar el agua azucarada se olvidó de la otra a la que estaba enganchada. Eso siempre sucedía si la alternativa era esa. Por lo visto el azúcar activa la misma parte del cerebro que la cocaína, esa parte que tras recibir la información de elevadas dosis de carbohidratos no es capaz de medirse y siempre demanda más, por lo tanto genera una adicción. Esa adicción al azúcar nos puede llevar a sufrir obesidad, diabetes de tipo 2, cardiopatías, problemas renales o en el hígado graso, eczemas, hipertensión, síndrome premestrual, caries dental entre otros síntomas o enfermedades también tan grabes como algunos tipos de cáncer o Alzheimer. ¿Para preocuparse no crees? A parte de esto la adicción al azúcar genera que literalmente pasemos de otros productos sanos, ya que nuestro cerebro no es capaz de regularse y saciarse de ello, provocándonos que sigamos malos hábitos alimentarios que nos afectan negativamente. Otra cosa que aprendí es que el exceso de alimentos azucarados altera nuestra flora intestinal, esos millones de "bichitos" minúsculos que nos ayudan a digerir correctamente los alimentos y entre otras ir bien al baño. Tenemos muchísimos y muy variados, de hecho ese ecosistema diverso es beneficioso para nosotr@s y se puede llegar a alterar con excesos de azúcar, que favorecen por encima de otros a un o unos tipos concretos de "bichitos", que en elevado número no nos favorecen.

¿Has probado, por ejemplo, dejar de beber refrescos azucarados? Tal vez uno o dos días no pasa nada, pero al tercero abres la nevera y miras donde normalmente dejas esa botella o lata. O ¿cuando dejas de comprar bollería o galletas? ¿pasa lo mismo verdad? El "mono" tal vez no de forma exagerada te hace efecto y tú cerebro reclama su dosis. Tras unos días sin esos refrescos y demás ¿te has sentido cansado, mal humor etc?, ese es otro síntoma del mono. Las cantidades enormes de azúcar de esos alimentos conllevan grandes cantidades de energía, que al no recibirlas en las cantidades que tú cuerpo estaba acostumbrado tiende a sufrir un bajón, para luego regularse a los niveles correctos. Parece mentira pero esto es cierto, pruébalo y lo notarás.

Pero el azúcar no es solo algo que se use en refrescos, bollería, caramelos y demás dulces, también se usa en practicamente todos los productos alimentarios manofacturados tales como alimentos enlatados, salsas, alimentos precocinados, salados (si, en las patatas fritas bien saladas de bolsa también)... mira las etiquetas de esos alimentos y encontrarás dosis de azúcar, hasta en el menos pensado lo encontrarás. Igual ahora prefieres prepararte tú mism@ ese plato de fabada o esa salsa tan rica que te gusta acompañar con la carne. Los motivos por los cuales la industria alimentaria decidió en su momento azucarar TODOS los alimentos no es solo por potenciar su sabor, también para hacernos repetir en la próxima, en pocas palabras hacernos adictos. Eso piensan algunos científicos y médicos que realizan sus trabajos sin fondos privados llegados de las diferentes industrias alimentarias. Porque es curioso ver coloquios organizados por fundaciones propiedad de esas industrias, en los que se defiende que todo esto es falso. Pensarás que si no abusas no pasa nada, cierto, pero cuando está en todas partes y en algunas en dosis elevadas OJO da de que pensar.

¿Existen alternativas? en principio si. Si en lugar de comprar esas judías enlatadas o esa tortilla de patata precocinada la haces tú, seguro que no le pones azúcar y es más sana y rica. En el caso del azúcar de mesa está la sacarina como principal alternativa, pero debes saber que la sacarina es de todo menos natural. Contiene derivados del petróleo, así como amoníaco y otros ingredientes del estilo, es totalmente sintética. En los últimos años se habla de la stevia, una planta natural de la que el extracto de sus hojas puede servir como edulcorante. Es una opción más natural que a algunas industrias no gusta, igual que a la industria energética no le gusta las energías renovables.

Los Gobiernos deberían ponerse manos a la obra y legislar en favor del consumidor y su salud en este caso. Una solución puede pasar por crear impuestos sobre las bebidas azucaradas refrescantes, obligar por ley a la industria a unos máximos permitidos para la salud de azúcar en los alimentos o etiquetar con un sistema de colores a modo de semáforo los alimentos más o menos sanos e indicar correctamente cuales son las dosis diarias recomendadas para adultos y niños. Esto último ya se hace en algún país europeo. Si se fué capaz de hacerlo con las cajetillas de tabaco ¿que impide ser fuertes ante los lobbies alimentarios y hacerlo también?

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