El Perro del diablo argentino.

En Argentina corre una vieja leyenda relacionada con los antiguos ingenios de azúcar. Esos ingenios eran antiguas plantaciones de caña de azúcar, donde se procesaba la misma y que, durante el siglo XX, fueron sustituidas por las actuales fábricas de azúcar. En muchas de ellas, en las que cada año desaparecía algún trabajador sin rastro alguno, se decía que el dueño del ingenio poseía un perro. Este perro era temido por todos y cada uno de los trabajadores, porque no era un animal doméstico cualquiera.

El dueño pactaba con el diablo a cambio de buena suerte y éxito empresarial. Tras pactar, el diablo dejaría con el dueño a un perro que la gente conocería como el Perro Familiar, ya que permanecería de por vida solo con la familia. Ese perro se encargaría de que el pacto con el diablo se mantuviera, siempre y cuando fuera alimentado cada año con un trabajador del ingenio. Muchos aseguraban ver rondar por la plantación a un enorme perro negro, con temibles ojos rojos. Aquellos que lo veían corrían en busca de refugio y un rosario que ahuyentara a la bestia.


Llegado el momento de alimentarlo, el dueño normalmente requería la asistencia de un trabajador en su casa. Una vez allí, normalmente con la excusa de recoger unas herramientas o maquinaria del sótano, el dueño dejaba encerrado al trabajador en el sótano. En el sótano era donde vivía el Perro Familiar, que daba buena cuenta del pobre trabajador, permitiendo de esta manera que el dueño y su negocio prosperaran un año más. 

Normalmente cuando esto sucedía, la gente sospechaba que quién marchaba no iba a volver más. En ocasiones, si el dueño tenía algún problema con algún trabajador, solo tenía que bajar al sótano dar la orden a su perro y dejar la puerta abierta esa noche, el Perro Familiar se encargaría de salir en busca de ese trabajador para devorarlo.


Si el dueño faltaba un año a su deber de alimentarlo, se le volvería en contra comiéndole a él. Si lo dejaba encerrado sin poder alimentarse, con el tiempo terminaría muriendo de hambre, aunque dejando a la familia y el negocio malditos para siempre, llegando a la ruina económica y la muerte.

Pese a que los tiempos que corren no son los de antes, aún hoy existen personas que afirman haber visto entre la noche a un enorme perro negro, de ojos rojos y grandes garras. Y es que aún hoy, existen personas decididas a pactar con el diablo a cambio del éxito, aunque eso conlleve ser propietario de la maldición del Perro Familiar.


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