U-65, la maldición del submarino.

En 1916 la Marina Alemana empezó a construir en los astilleros de Kiel seis submarinos con los que pretendía arrebatar el poderío de los mares que ostentaba la Marina Británica en aquellos tiempos de Primera Guerra Mundial. Un año después fueron terminados pero uno de ellos ya tenía entre algunos cierta aura de misterio.


Durante la construcción del U-65 uno de los operarios que participaba en la misma murió al ser golpeado por una gran viga. En enero de 1917 el U-65 fue llevado hasta alta mar para iniciar las pertinentes pruebas antes de su entrada en servicio. Tres marineros a bordo quedaron atrapados en la sala de máquinas porque la única compuerta de salida quedó inexplicablemente atascada permitiendo que se quedaran sin oxígeno en poco tiempo. Al acudir los mecánicos lograron abrir sin problemas la compuerta encontrándose muertos a los tres marineros que quedaron encerrados. Tras varias pruebas no lograron determinar cual era el problema por el que no lograron abrirla desde su interior ni desde el exterior los primeros compañeros en llegar en su auxilio. Días después se iniciarían una serie de maniobras conjuntas con otros submarinos. En unas de ellas el capitán de U-65 mandó como en otras ocasiones a uno de los marineros revisar la cubierta y escotillas antes de sumergirse. El marinero se dispuso a cumplir con las ordenes pero llegado a la cubierta actuó de forma extraña. El vigía afirmó verle caminar por ella hasta tirarse junto a las hélices que propulsaban el submarino, muriendo en el acto al ser absorbido por las mismas. Pese a todo las maniobras prosiguieron. Una vez sumergidos algo falló e hizo caer al submarino hasta golpear el fondo. A punto de quedarse sin oxigeno el submarino reaccionó y volvió a emerger sin más problemas. Una vez fue revisado en tierra nadie encontró problemas en la maquinaria. Durante su proceso de rearmamiento por culpa de un golpe uno de los torpedos estalla provocando serios daños al submarino y matando a ocho marineros y un oficial.


Una vez sus marineros volvieron a embarcar, varios afirmaron haber visto en cubierta al oficial muerto pocos días antes de pie con los brazos cruzados. La situación se volvió insostenible y al llegar a Dover desembarcaron bajo bombardeo enemigo huyendo de lo que dentro del U-65 sucedía. La tripulación superviviente se negó a volver al submarino por lo que tuvieron que enfrentarse a consejos de guerra. Los sucesos inexplicables continuaron con el desmayo de un artillero que vio al oficial muerto en la cubierta, con un marinero que se suicidaría en la sala de máquinas y con otro que se rompería la pierna en un accidente muy poco tiempo después de los sucesos que llevaron a la tripulación a desertar en pleno bombardeo enemigo. La Marina en un acto muy poco usual envió a un sacerdote para que bendijera al submarino tras los constantes testimonios de la tripulación.


A cuatro meses de terminar la guerra el 18 de julio de 1918, el U-65 fue interceptado por otro submarino estadounidense el L-2 encontrando así su final. En el informe del capitán americano indicaba que al avistar al U-65 pudo apreciar la figura de un hombre de pie con brazos cruzados en la cubierta. Pero tal vez lo más extraño de todo fue que antes de dar la orden de disparo el U-65 saltó por los aires, como si un torpedo invisible le hubiera alcanzado, un torpedo que dentro del L-2 nadie disparó como poco después se pudo comprobar.

Y así terminó la vida de uno de los submarinos más misteriosos que han existido. Un submarino que debía ser uno de los buques insignia alemanes en la Primera Guerra Mundial y que se convirtió en un lugar maldito para su propia tripulación.

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