El auténtico credo de los Asesinos (Hashshashín).

En 2007 se lanzó el videojuego Assassins Creed, como sucede en muchas ocasiones toda historia ficticia puede tener un poso de inspiración real y está, es un claro ejemplo de ello. ¿Te animas a conocer a los auténticos Assassins?


En plena Edad Media en el norte de lo que hoy es Irán, protegidos por las montañas de Elburz, se escondía una terrible secta derivada del Islam y que abrazaba la teoría más mística del Corán. Entre los muros del hoy en ruinas castillo de Alamut la secta de los Nizaries practicaba su versión del Islam, tramaba todos sus planes y ejecutaba desde allí sus sanguinarios asesinatos que no solo tenían un trasfondo religioso, si no que también político.



Los mismos Cruzados traerían historias a occidente de terribles y peligrosos asesinos enmascarados, conocidos por esconder entre la boca manga de sus túnicas una daga con la que ejecutaban sin ser vistos a sus objetivos. Aquellos asesinos y guerreros sigilosos serían conocidos como Hashshashín, termino que con el tiempo y el paso por diversas lenguas derivaría en Asesinos. Aquellos Hashshashín llegaban incluso a adentrarse en el entorno de sus víctimas y en lugar de asesinarlas, les dejaban una bolsa de monedas de oro y una daga. Con ello querían dar a elegir a su víctima con o vivir cogiendo la bolsa y por tanto claudicar ante las presiones de los Hashshashín o, de lo contrario, ser asesinado al día siguiente con esa misma daga.


Hasan Ibn Sabbath, conocido por los Cruzados como “El viejo de la montaña” era su líder espiritual y religioso, que desde el castillo de Alamut adoctrinaba a sus seguidores y expandía sus creencias sobre el Islam. Era tan frío y despiadado que no dudó en mandar ejecutar a sus dos hijos, a uno por no asesinar a un objetivo y al otro por beber vino cuando aquello estaba prohibido. Tenía tanta influencia entre sus más fieles Hashshashín y seguidores que eran capaces de hacer cualquier cosa que les pidiera, aunque les fuera la vida en ello. Cuenta la leyenda que durante la visita a Alamut del Sultán Turco, en la que se entrevistó con Hasan Ibn Sabbath, ese Sultán quiso vanagloriarse del gran y numeroso ejercito que poseía, tal vez para atemorizar al líder de los Nizaries. Cuando tras detener la exposición del Sultán, Hasan hizo una señal a un Hashshashín junto a él que automáticamente se acercaría al borde de la montaña y se lanzaría al vacío. Con ello respondió al Sultán con la posibilidad de que los turcos se encontraran a un ejército más pequeño pero totalmente fiel capaz de hacer cualquier cosa por su líder y sus creencias.


Los Cruzados Cristianos incluidos sus temidos Templarios llegaron a respetar a los Hashshashín. En un momento de la historia contaron los Cruzados que los mismos Nizaries llegaron a ofrecerles la posibilidad de cristianizar su secta y unificar fuerzas con Templarios y demás Cruzados, a cambio de ventajas fiscales cuando los Cristianos ocuparon el territorio. Marco Polo aseguró que los Hashshashín tomaban infusiones de Hachís antes de sus ataques, para ayudarles a obtener el valor necesarios y perder cualquier miedo antes y después de acometer sus actos. Diferentes teorías pondrían entre dicho lo que Marco Polo dejó en sus escritos tras su paso por aquellos lugares, aunque si que se conoce que eran asiduos consumidores de la planta de Hachís.

Los escritos sagrados que describirían perfectamente a la secta de los Nizaries y la forma de actuar de los Hashshashín, fueron arrasados y destruidos tras la invasión Mongola en Alamut. Por ello lo único que perdura hoy de aquel credo de asesinos antiguo es lo que contaron sus enemigos a parte de algunas historias populares que pudieron motivar a sectas y grupos terroristas de la actualidad.

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