Historia y leyenda de la Basílica de Sant Just i Pastor (Barcelona)

La Basílica de Sant Just i Pastor de Barcelona esconde mucha más historia de la que parece a simple vista. Sus piedras y cimientos serían capaces de explicarnos la historia de la ciudad de Barcelona desde practicamente sus inicios en el siglo I cuando Roma fundó la prospera Barcino hasta nuestros días. Historia que se mezcla con leyenda y algo de misterio que convierte a esta Basílica en un auténtico tesoro cultural, social, religioso e histórico de una Barcelona en ocasiones desconocida incluso para los propios barceloneses.



La Basílica de Sant Just i Pastor fue construida allá por el 1372 sobre un antiguo templo pagano en el que se adoraba al dios romano Mitra. La adoración a este dios era practicada por legionarios romanos a los que se les obligaba a la honestidad y al coraje. Frente a ese mismo templo pagano existía un pozo al que lanzaban a modo de sacrificio en honor a dicho dios a cristianos elegidos para ello de la época. Las familias de aquellos pobres y reprimidos cristianos no querían abandonar los restos de sus seres queridos en aquel pozo sin ofrecerles cristiana sepultura, por lo que idearon la forma de llegar hasta ellos a través de las cloacas que los romanos construían en sus ciudades. A través de ellas excavaban túneles que llegaban al fondo del pozo del cuál podían recuperar los restos de los sacrificados. Durante mucho tiempo esos túneles subterráneos y secretos bajo aquel templo sirvieron a su vez como criptas donde reposaban los restos de toda aquella gente y donde sus familiares acudían a rezar. Es por ello que existe la leyenda que dice que los vecinos que hoy viven o pasean frente a la Basílica y por encima de lo que fue parte de aquel templo pagano por las noches, pueden llegar a escuchar los lamentos de aquellos antiguos cristianos cayendo por aquel pozo de los sacrificios.

La Basílica obtiene su nombre de dos niños hispanorromanos, Justo y Pastor de Temple (Madrid) martirizados en Alcalá de Henares por el Imperio Romano por no renunciar a su fe cristiana. Pero esto posiblemente no deja de ser una adaptación cristiana de los héroes de la mitología griega Castor y Pólux, que participaron en la expedición en busca del Vellocino de Oro de Jasón y Los Argonautas junto también a uno de sus valientes tripulantes como era Hércules (Heracles), que según cuenta una leyenda mítica de la ciudad fue quién la fundó dándole el nombre de Barca Nona, en honor a la embarcación perdida de las nueve que formaban la expedición de Jasón y que Hércules salió a buscar encontrándola junto a la montaña de Montjuic (Monte Judío). Tanto Castor como Pólux son representados por la constelación de Géminis, constelación que puede observarse en el techo de la Basílica de Sant Just y Pastor al unir los trece escudos representados en él y que una vez unidos forman dicha constelación. Un guiño al pasado y origen pagano en el que se levantó esta Basílica.


La historia de esta basílica es tan rica que guarda relación incluso con la época en la que los visigodos dominaron la ciudad y que, curiosamente, permitieron a la que era entonces la Catedral de Barcelona conservar sus raíces cristianas. De hecho en su interior existe una tumba que se cree es la del último Rey visigodo, aunque también podría ser la de un gran noble de la época. Justo con la nobleza medieval guarda una estrecha relación la Basílica de Sant Just i Pastor a lo largo de su historia, ya que a cambio de financiación se le permitiá a esas familias nobles ser enterradas en su interior. Una de esas familias importantes e influyentes fueron la familia Requesens, que como no sus restos reposan en el interior de la Basílica al haber contribuido a su mantenimiento generosamente. Y justo algunas de esas nobles familias de la Barcelona medieval que dejaron su huella dentro de la Basílica no escondieron tampoco símbolos y mensajes en sus escudos familiares que desvelaban sus creencias y prácticas masónicas, algo habitual entre algunas de las familias nobles más influyentes y que mostraban la relación entre la masonería y la iglesia de aquel momento.

Durante los años de conquista Sarracena se cree que la Basílica de Sant Just i Pastor pudo haber servido como mezquita durante el tiempo que Barcelona estuvo bajo dominio musulman. Durante ese tiempo se llevó a cabo una misión de salvamento y ocultación de uno de los símbolos religiosos más importantes de la época para la Basílica y la ciudad, la de la figura de La Moreneta. Y es que pocos conocíamos que la Verge de Montserrat, más conocida como La Moreneta, se exhibe y venera también en la Basílica de Sant Just i Pastor siendo esta la real según la leyenda. Durante aquellos años en la que las tropas sarracenas amenazaban con conquistar Barcelona, se decidió ocultar la figura de La Moreneta por temor a lo que podían hacerle. Para ello dispusieron hacer un viaje desde Barcelona hasta las montañas de Montserrat y ocultarla durante años en sus cuevas. Tras años escondida en las laberínticas cuevas de Montserrat y tras la reconquista del territorio, La Moreneta volvió a Barcelona y al lugar donde incluso hoy se sigue adorando en la Basílica de Sant Just i Pastor. Pero la leyenda va un poco más allá y asegura que durante la Guerra Civil se organizó de nuevo una huida en secreto hacía Montserrat, tiempo después volvería de nuevo a Barcelona esta vez dejando en el Monastir de Montserrat una réplica.


Pero la historia que se esconde tras los muros de la Basílica de Sant Just i Pastor parece que sigue y seguirá contándonos más sobre Barcelona. Como los restos de enterramientos encontrados de finales de la guerra de sucesión del 1714, las dos pilas bautismales de la época visigoda, los restos humanos del siglo I y del antiguo templo de adoración a Mitra, los resto del siglo IV, el descubrimiento en una estancia cerrada durante años un Arca de la Alianza que se creyó auténtica y que en realidad es una representación del siglo XIX... Hasta historias tan curiosas del exterior de la misma y relacionadas con la Basílica como la antigua fuente de Sant Just, justo en la plaza que se encuentra antes de llegar a la Basílica y que data de 1427. Considerada la primera fuente pública de agua potable de Barcelona (aunque fue remodelada en el siglo XIX) construida por Joan Fiveller, consejero y político de la Barcelona de la Edad Media muy respetado, que durante una jornada de cacería en Collserola descubrió esa fuente que mandó desviar hasta Barcelona y la Plaça de Sant Just.





Muchas historias que convierten a esta Basílica, que no dejó de practicar el culto religioso desde el siglo IV, en un auténtico tesoro cultural de la ciudad que pese haber pasado en muchas ocasiones por delante, no recuerdo entrar para visitar y que tras descubrir su nutrida historia y leyendas me apunto como pendiente visitarla bien pronto y descubrir más sobre ella.

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