Los Doctores Pico y la Peste Negra.

Su aspecto era inquietante pero asumían una responsabilidad de riesgo por la que eran tremendamente valorados. Con el paso del tiempo su aspecto fue asociado al de la muerte injustamente cuando en realidad trabajaban para salvar y cuidar de ella. A ellos les debemos en parte que la humanidad superara esa terrible pandemia que supuso La Peste Negra en plena Edad Media. Ellos eran los Médicos de la Peste, los Doctores Pico.



Durante el siglo XIV una terrible enfermedad amenazaba a la humanidad, no hacía distinciones ni de raza, ni de religión, ni tan siquiera por clase social, todos y cada uno eran candidatos a ser elegidos por la misma muerte y por tanto ser condenados a ella sin remedio. La Peste Negra, Muerte Negra o Peste Bubónica tuvo su momento álgido entre 1346 y 1361, tiempo en el que se estima que la enfermedad mató a un tercio de la población mundial, acabando según algunos estudiosos solo en Europa con 50 de los 80 millones de europeos que aproximadamente vivían en el continente en aquella época, cerca de un 60% de la población europea. También Asia se vio terriblemente afectada muriendo solo en China otro tercio de su población que se estima cayó de 125 millones de habitantes a 90 en el periodo que más fuerte golpeó al continente asiático. 


Hoy en día se puede afirmar que la enfermedad se originó en el desierto del Gobi (Mongolia) en 1320 y que muy probablemente los mismos Mongoles en su campaña de expansión la llevaron hasta China sobre el 1331 - 1334. En 1342 ya estaba instalada en la India y solo cuatro años más tarde en 1346 la Peste Negra llegaría a Europa a través de sobretodo rutas comerciales con Asia, creyéndose que el puerto de Mesina en Italia fue el puerto de entrada de La Peste a Europa. Solo el Continente Africano y América del Sur no se vieron afectados por la pandemia.


Aunque la enfermedad cogió completamente desprevenidos a la humanidad y confundió a infinidad de personas que llegaron a creer que aquello era desde un castigo divino, a actos malignos impulsados por brujas o judíos que envenenaban pozos, acusaciones sin fundamento que provocaron miles de muertes y asesinatos llevados por el miedo y el desconocimiento, aquella enfermedad no era nueva en la historia de la humanidad. Allá por mediados de los años 500 en plena Era Romana una enfermedad asoló al Imperio Romano diezmándolo hasta el punto de causar un gran impacto en la época. Aquella plaga mortal sería conocida más adelante como la Plaga de Justiniano, en dudoso honor al emperador Justiniano I que gobernaba entonces el Imperio Bizantino. Tras varios estudios se asoció aquella plaga al virus de la Peste Bubónica o por lo menos una variante de la misma y que, como en la Edad Media sucedería, se originaría a en Asia afectando no solo a ese mismo continente si no que también a Europa y África.


Volviendo a la Edad Media y a esos inquietantes personajes acostumbrados a caminar entre enfermos de Peste y muertos, sorprende saber que esos Médicos de la Peste no eran exactamente médicos. Algunos de ellos tenían ciertos conocimientos en medicina pero no ejercían, otros eran jóvenes estudiantes que vieron la posibilidad de utilizar esa profesión para practicar, otros por contra eran personas que aunque tenían ciertas inquietudes médicas en realidad eran personas con oficios comunes. Aún así tanto Médicos de la Peste como médicos titulados convivían en los mismos municipios, en las mismas ciudades, aunque quienes tomaban contacto diario y directo con las consecuencias de la Peste eran los primeros, arriesgando incluso sus propias vidas por contagio e incluso exponiéndose en algún momento a largas cuarentenas. No eran considerados médicos aunque así se les conociera y si “empíricos” gracias a la gran experiencia que atesoraban sobre el terreno.


Lo más característico de su atuendo, que al final se convirtió en una especie de símbolo siniestro de la misma muerte, era esa máscara con forma de pico que portaban mientras atendían y cuidaban enfermos. La medida de ese pico dicen que era de un pie y medio, tenía dos orificios a cada lado por los que respirar. En la punta tenían una serie de hierbas y plantas aromáticas que ayudaban a disimular el hedor que emanaba de las ciudades y sus calles y que se creía fomentaba el contagio. También portaban un bastón que utilizaban para marcar distancias entre ellos y algunos contagiados y moverse entre la gran cantidad de enfermos y muertos que llegaban a acumularse en ciertos lugares, así como para ser usado para golpear a algunos enfermos que, en la creencia religiosa que tenían de que aquello que sufrían era un castigo divino, pedían ser golpeados por los mismos Doctores de Pico para expiar sus pecados.


Los Médicos de la Peste fueron considerados como funcionarios públicos y percibían unos salarios muy importantes, ya que las grandes ciudades requerían de sus servicios de forma urgente y desesperada ante aluvión de enfermos y muertos que sufrían. Eran tan importantes y cotizados que algunos de ellos tenían precios elevadísimos que las mismas ciudades no se negaban a pagar. Tanta era su desesperada importancia que incluso eran objetivo de actos criminales, como el sucedido tras el envío de dos Médicos de la Peste por parte de Barcelona a Tortosa en 1650 que fueron secuestrados de camino. Esos secuestradores exigieron a la ciudad Condal un elevado precio por su rescate que Barcelona no dudó en pagar con tal de recuperar a dos de sus funcionarios más valiosos.

Solo unos pocos nombres se conocen de personas que se dedicaron a ser Doctores Pico y que por tanto pasaron a la historia por su importancia y valentia. Uno de esos nombres que sorprenden a quienes lo desconocían es el de Nostradamus. El famoso astrólogo y profeta francés se dedico durante algunos años de su vida a esta profesión de riesgo, donde puso en práctica sus conocimientos sobre remedios naturales. Sus recomendaciones tras años de tratar enfermos de peste pasaban desde beber agua limpia, tomar aire fresco, administrar al paciente un brebaje elaborado con rosa mosqueta y sobretodo destruir los cuerpos de los enfermos que no superaran la enfermedad. Así pues también hacía enfasi en recomendar no sangrar a los pacientes, como era práctica habitual en la época entre otros remedios.


Pero no solo se centraban en cuidar de los pacientes, si no que también eran los responsables de llevar un registro de defunciones de la enfermedad, hacer de lo que hoy sería notarios al estar presentes en el redactado de testamentos y también realizaban labores de asesoría, para aconsejar a los pacientes sobre como actuar para estar preparados después de su muerte.

Durante aproximadamente 400 años Europa sufrió brotes continuados de Peste Negra que solo hacían que diezmar a las sociedades de la época. Sorprendentemente unas pocas regiones parecían quedar libres de contagio, pero solo eran pequeños oasis de esperanza en mitad de un mundo desesperado por culpa de la muerte. En esa época oscura y terrible de la humanidad los Médicos de la Peste o Doctores Pico lucharon contra ese enemigo invisible con todas sus fuerzas y a buen seguro ayudaron a que al final se erradicara del continente. Tras toda aquella devastación de vidas el mundo sufrió cambios que impulsaron sociedades mejores y más avanzadas a las que debemos mucho de lo que hoy tenemos. En aquella época un virus que portaban las pulgas, que a su vez transportaban unos roedores posiblemente originarios de Asía casi extinguieron a una parte importante de la humanidad. Hoy Europa está libre de Peste Negra casi desde el siglo XIX, pero aún hay lugares en el mundo como Madagascar donde son comunes cada año repuntes de Peste Bubónica que se lleva por delante muchas vidas. Por ello conviene seguir desconfiando de ese enemigo casi invisible.


Con esta entrada espero que hayas podido conocer un poco más a esos personajes casi medievales con máscaras picudas, adí como la importancia que tuvieron en la eterna lucha que mantuvo durante muchas generaciones la humanidad contra la Peste Negra.

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