De vuelta a casa.

CAPÍTULO: 1

Jacob era un joven historiador acostumbrado a viajar por medio mundo descubriendo civilizaciones extintas y estudiando culturas aisladas del mundo. Desde niño había estado viajando junto con su padre mezclándose con tribus de todo tipo. Años después de la muerte de su padre precisamente en uno de sus viajes, Jacob decidió seguir con el trabajo de su padre intensificando cada vez más sus viajes, dejando cada vez más desatendida a su esposa embarazada.

Durante uno de sus viajes recibió un comunicado urgente, su mujer había muerto trágicamente. Aquello le hizo dejar todo lo que estaba haciendo y marcharse a toda prisa. Debido a varios problemas Jacob tardó tres días en llegar. En el aeropuerto le recibieron sus familiares más cercanos que tras consolarle le informaron que su mujer fue enterrada a petición de su familia política. Lo cierto es que no se llevó nunca bien con sus suegros, le acusaban de abandonar a su hija por sus viajes. Las horas pasaban y un sentimiento de culpa y dolor atormentaba a Jacob. Sentado delante de la mesa de la cocina con una botella de alcohol pensaba en su mujer y en su futuro hijo. Un recuerdo de algo que le explicaba su padre le vino a la cabeza, era sobre un ritual que practicaba una antigua tribu africana, consideraban que la muerte era un proceso del que se podía volver. De hecho su padre aseguraba haber presenciado hace mucho tiempo esos rituales. Era demasiado tarde para viajar hasta África por lo que tenía que buscar a alguien en la ciudad con los conocimientos precisos y capacitado para llevar a cabo dicho ritual. Jacob se desplazó hasta el centro de la ciudad para ver a un antiguo chamán que conocía su padre y que ya hace años emigró de su África natal.

Era muy tarde pero consiguió que ese chamán le atendiera. Jacob le explicó su situación, lo que sabía sobre esos ritos y le pidió que le ayudara para recuperar de la muerte a su mujer. El chamán aseguraba conocer los pasos del rito, pero no hacía más que negarse debido a los peligros que entrañaba todo aquello. Jacob estaba muy desesperado y el tiempo tampoco jugaba a su favor por lo que insistió llegando a ofrecer a ese viejo chamán una gran suma de dinero. Finalmente y por el respeto que tuvo al padre de Jacob decidió ayudarle no sin antes dejarle claras unas reglas que se debían cumplir:
1ª. La muerte debía haber sido natural.
2ª. El difunto en vida debía amar la vida.
3ª. No se podía esperar mucho tras la muerte para evitar que el proceso de descomposición pudiera dañar irremediablemente el cuerpo. 
Reglas que un Jacob desesperado asumió bajo su responsabilidad. El chamán se equipó con todo lo necesario y marchó junto a él hacia el cementerio.

Una vez allí entraron en el panteón donde la familia de su mujer decidió enterrarla. Jacob rompió la tabla de mármol que separaba el féretro de su mujer, empujó del mismo hasta que consiguió hacerlo caer al suelo y abrió la tapa dejando el cuerpo de su mujer a la vista. Esa imagen hizo llorar a Jacob hasta el punto de replantearse toda esa locura, pero por otro lado tenía esperanzas de conseguir recuperar a su amor y poder ser el marido que ella se merecía. El viejo chamán inició el rito que se alargó cerca de una hora. Al terminar Jacob esperó unos minutos pero no apreció signos de vida, avergonzado echó en cara al chamán haberlo hecho mal, le dijo que se equivocó al haber confiado en el y que por su culpa no volvería a ver con vida a su amor. El chamán le contestó que el ritual fue bien y que solo tenía que esperar ya que no era un proceso sencillo ni rápido, le recomendó dejarla allí y marcharse a casa, en el caso de despertar el recuerdo de su amor la conducirá hasta él.

Jacob volvió a casa y esperó horas a que su mujer regresara. Eran las 5 de la mañana y llovía a cantaros cuando decidió coger las llaves de su coche con la intención de volver al cementerio. Al abrir la puerta de su casa allí estaba delante de él, empapada y temblando de frío. Fueron unos segundos de silencio eternos que duraron hasta que Jacob consiguió hablar:
- ¿Cat?... ¿eres tú?.
- Jacob... ¿que me pasa?...

CAPÍTULO: 2

Jacob conoció a Catherin en la facultad, compartían inquietudes y tras licenciarse incluso viajaron juntos a diversos países explorándolos en busca de esas civilizaciones perdidas. No tardaron en casarse y soñar con multitud de cosas que querían hacer juntos. La muerte de su padre fue un duro golpe para Jacob y Catherin fue un gran apoyo. Meses después Catherin quedó embarazada, aquello le hizo pensar que Jacob estaría a su lado pero fue todo lo contrario. Jacob seguía empeñado en continuar con el legado de su padre y continuamente viajaba largas temporadas. Aquello representó el principio del fin de esa historia de amor... o no...

Jacob abrazó fuerte a su mujer y la ayudó a entrar en casa, la sentó frente la chimenea y la cubrió de mantas mientras encendía un fuego. Cat no dejaba de temblar mientras hacía continuas preguntas sobre su estado y el motivo de haber despertado en el cementerio. Estaba muy deshorientada, no parecía recordar nada sobre su muerte. Pasado un rato preguntó a Jacob por su bebé, no paraba de tocarse la barriga y decir que no notaba nada. Jacob intentó tranquilizarla y quitarle importancia, de alguna manera esperaba que si ella había vuelto su bebé también lo haría. Cat empezó a quejarse de un dolor y a pedir comida, Jacob le preparó algo rápido pero su mujer parecía no retener nada de lo que comía. Cuando logró que recuperara algo de calor se durmió. La llevó en brazos al piso de arriba donde tenían el dormitorio, la cambió y la arropó, no se separó de su lado en todo momento.

Horas después se filtraba entre las cortinas el sol del medio día, Cat seguía dormida. Tras tomarle el pulso y hacer una serie de comprobaciones que aprendió en un curso de cuidados médicos decidió dejarla dormir. Llegó la noche y Cat se despertó quejándose de nuevo de dolor y pidiendo comida, de nuevo su cuerpo seguía sin soportar ningún tipo de alimento ni siquiera el agua. Su color de piel se había tornado más blanco que la noche anterior y pese a los esfuerzos por incorporarla parecía no tener fuerzas para nada. Al día siguiente su mujer continuaba en la cama sin dejar de quejarse, no comía nada y su piel cada vez tenía un color más grisáceo. Jacob empezaba a preocuparse por el estado de su mujer y por el bebé que llevaba dentro.  Pasó otro día y Jacob salió de casa a comprar algo de comer y medicinas, al llegar a casa subió al dormitorio pero antes de entrar pudo oler algo extraño que manaba del dormitorio. Al entrar y destapar a su mujer pudo notar que ese olor era de ella. Decidió darle un baño pensando que eso lo solucionaría. Cat lloraba y seguía quejándose cada vez más, parecía no haber forma de saciar su hambre ni calmar sus dolores. Tras otro día peor que los demás Jacob decidió ir a pedir ayuda a la única persona que podría ayudarle.

El viejo chamán escuchó con cara de preocupación todo lo que le contaba Jacob, le preguntó si había sido totalmente sincero con él con respecto a la muerte de su mujer. Tras unos segundos Jacob confesó que su mujer se suicidó por su culpa, nunca estaba en casa y cuando estaba permanecía distante. El embarazo se hizo demasiado difícil de llevar sola por lo que se sumió en una profunda depresión que terminó con su vida. Se tomó unas pastillas, se sumergió en la bañera de casa hasta que se ahogó. Eso enfureció al chamán que se negó a ayudarle diciéndole que era su problema y que él debía solucionarlo, no había magia ni fuerza superior capaz de corregir tal error. Jacob le suplicó aunque fuera por la vida de su bebé pero el chamán le despidió de su casa afirmando que el bebé ya estaba muerto, pues el cuerpo de su mujer solo podía albergar pobredumbre y muerte. Jacob salió corriendo hacia su casa sin saber que podía hacer y totalmente arrepentido.

Al entrar en su casa el olor a muerte era nauseabundo. Subió al dormitorio y la imagen que presenció le horrorizó hasta el punto de revolverle el estómago. Cat tenía la piel descompuesta, sangraba por la boca, oídos y ojos aunque lo peor de todo era lo que tenía entre sus manos. Como si de un cuadro del infierno se tratara estaba agarrando un feto de varios meses grisáceo al que había mordido. Mientras masticaba a su propio hijo Cat le decía a Jacob que ya no tenía hambre, pero que seguía triste porque le amaba. Jacob cerró la puerta de la habitación, corrió a buscar la llave de esa puerta, cerró y echó la llave por el retrete. Tirado en el suelo lloraba desconsoladamente, no supo estar cuando su mujer le necesitaba y su culpabilidad había provocado ese horror que ahora arrastraba a quién más amó.

Pasaron los años y Jacob se volvió cada vez más reservado y huraño. Cuentan las historias que tras la muerte del viejo Jacob en la casa que permanecía cerrada por expreso deseo de su dueño, se podía ver la silueta de una mujer en la ventana del dormitorio principal acunando algo entre sus brazos. Aquello duró varios años hasta que un día terminó, dejando en el olvido esa triste historia de amor.



FIN.

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